DOLOR Y PASIÓN





Toda la obra de Frida Kahlo es expresión de sus vivencias, de sus estados de ánimo, de sí misma. Entre el sueño y la realidad, entre el dolor y la pasión, la obra de Frida parece oscilar entre dos polos que, en verdad, se mezclan y se confunden. Porque el dolor formó parte de su vida de la misma manera y en la misma magnitud que la pasión. El cuerpo desintegrado, el sufrimiento sobre los huesos y la piel, la sangre derramada, las lágrimas que caen, el rostro melancólico, todo el dolor lo pintó Frida. Pero también pintó con pasión. Porque reducir su creación artística a su vida es simplificar su valor como creadora de mundos plásticos, su papel como inventora de nuevos signos. La pintura funcionó como una terapia, es cierto, pero fue también su pasión, el medio con que afirmarse a sí misma y recrearse o inventarse a sí misma a la vez. Entre el dolor y la pasión, late el pincel de Frida Kahlo.

Andrea Kettenmann, Frida Kahlo. 1907-1954. Dolor y pasión, Taschen, Colonia, 1999