ALAS PARA VOLAR





Mª Ángeles Cózar Gutiérrez (coord.), Mujeres con discapacidad en la Historia, Dirección General de Personas con Discapacidad/Consejería para la Igualdad y Bienestar Social Junta de Andalucía, Sevilla, 2011

A los seis años, Frida enfermó de poliomelitis. Su pierna derecha quedó más delgada y pequeña, y el pie regazado. En 1925, un tranvía se estrelló contra el autobús en el que viajaba. Frida conoció en este momento el dolor más que nunca: fracturas en la columna, el cuello, las costillas, la pelvis, la pierna, el hombro. Tuvo que estar en cama durante mucho tiempo, vestida con un corsé de yeso. La inmovilidad, los dolores, el confinamiento. Pero del dolor, Frida saltó al color. La pintura la salvó. Aún aguardaban el segundo accidente de su vida, Diego Rivera, y múltiples intervenciones quirúrgicas, largos momentos de hospitalización y, de nuevo, el reposo en cama. Esto no le impidió asistir a la gran exposición de su obra en México, organizada por Lola Álvarez Bravo. Frida Kahlo acude a la galería metida en su cama. Finalmente, tuvieron que amputarle la pierna derecha. Pese a las adversidades, Frida procuraba refugiarse en el arte, en su vocación, en su pasión, como hicieran otras mujeres con discapacidad como Rosario Acuña, María de la O Lejárraga, Virginia Woolf o Alison Lapper.